miércoles, 24 de noviembre de 2010

Ivan Bunin.


Ivan Bunin
En Rusia se celebran 140 años desde el nacimiento del primer galardonado ruso con el premio Nobel de literatura, Iván Bunin. En su crítica hacia la herencia literaria de Fiódor Dostoevski se encuentran las primeras palabras pronunciadas sobre la generación perdida entre las dos guerras mundiales. Su lírica amorosa fue, para muchos jóvenes rusos, el primer contacto con el mundo del erotismo en la literatura. El extranjero le abrió la percepción de una Rusia singular, el dramatismo de cuyo destino el maestro entretejió con el del siglo XX.

En 1933 el jurado del premio Nobel formuló sus méritos y las razones de la entrega del premio “por la precisa habilidad con la que ha llevado las tradiciones clásicas rusas a sus escritos en prosa”. Ese año el escritor ruso llevaba ya 13 viviendo en el extranjero, todavía con la esperanza de volver a Rusia. Esa esperanza se diluyó definitivamente alrededor de 1946, cuando vio lo que sucedía con la gente que criticaba al régimen de la URSS (concretamente con la represión sufrida por Anna Ajmátova a causa de sus creaciones literarias). En aquella época ya había publicado sus memorias, en las que se refleja su odio hacia los bolcheviques, titulada ‘Los Días Malditos’ (en Rusia no se publicaron hasta los años de la perestroika, en los 80), la penetrante obra ‘El Amor de Mitia’ y ‘La Vida de Arseniev’, la obra autobiográfica clave en la decisión de otorgar el premio Nobel al escritor. Pero al mundo todavía le aguardaba la futura creación de una verdadera 'enciclopedia del amor': ‘Alamedas Oscuras’ de 1943.

Su debut en la prensa fue a los 17 años. El joven, por aquel entonces poeta, todavía era un estudiante, pero conoció en persona a destacados escritores rusos de la época, como León Tolstoi, Antón Chéjov y Maxim Gorki y publicó sus relatos cortos y su poesía en distintos periódicos. La fama le llega con su colección lírica ‘Caída de la Hoja’ y su cuento ‘Manzanas’, de 1900. También cabe destacar obras como ‘La Aldea’ o ‘El Señor de San Francisco’ en el periodo de su creación en Rusia.

‘El Señor de San Francisco’ ya contiene los rasgos que van a caracterizar muchas de sus obras del periodo de exilio: generalización y simbolismo. En Francia escribe no sólo sobre un amor trágico e infeliz, sino que crea un estereotipo histórico de un personaje del siglo XX, en el que los rasgos nacionales rusos están generalizados hasta los paneuropeos, así que el dramatismo del destino ruso se refleja como un rasgo característico de la época en general. La tragedia personal a la que sobreviven los héroes de Bunin muestra la decadencia de toda una época y de la historia, con sus dos guerras mundiales.

Según Iván Bunin, la cultura y la imagen moral de una persona en Rusia a principios del siglo XX están en estado de decadencia. El país está entre dos fuegos –Este y Oeste-, en el punto de intersección de dos tendencias históricas opuestas, dos tradiciones culturales contradictorias que Rusia conserva junto con sus propios rasgos nacionales específicos. El encanto de lo nacional para Bunin está en las crónicas y en los rituales religiosos. El Este está representado en Rusia por su carácter caótico y apasionado. El Oeste, por su visión clásica y su armonía. Todo esto, según Bunin, se encuentra en la síntesis del espíritu ruso, en la conciencia de una persona rusa.

Algunos expertos destacan que la obra más representativa de esa concepción de Rusia es el relato ‘El Lunes de Limpieza’. La propia protagonista principal de la obra es una mujer al mismo tiempo apasionada y reservada. No se apresura, pero en una vida llena de vanidad, su camino es muy tenso, porque busca su destino y se plantea meterse a un monasterio. Este pensamiento eleva a la protagonista por encima del drama del amor en el que se basa la historia. Para Bunin, este personaje simboliza el pensamiento del monasterio, el rechazo de los placeres mundanos, la conexión con una Rusia de la época anterior a las reformas de Pedro el Grande, conocido como el zar que abrió las ventanas de Rusia a Europa, a Occidente.

0 comentarios:

Publicar un comentario