A continuación fragmentos de las memorias de la ex francotiradora Evdokía Kaluguina, que dictó al periodista Artiom Drabkin y fueron publicadas.
"Me llamo Evdokía Kaluguina. Nací en 1926. Cuando estalló la guerra tenía 15 años, pero ingresé a trabajar en la planta militar 'Respirador', en la ciudad de Orejovo-Zhúevo, porque al inicio de la guerra los alimentos fueron racionados y las cartillas de racionamiento de los obreros eran mejores.
"Me daban 700 gramos de pan diarios. Trabajando allí ingresé al Komsomol. Los fines de semana, los miembros del Komsomol tomaban cursillos de entrenamiento militar. Cuando terminamos los cursos nos dijeron que se abría una escuela de francotiradores. Muchos se apuntaron en ella voluntariamente, yo también, aunque tenía tan solo 17 años. Fue en junio de 1943. Yo era la más joven de la escuela. Todos tenían 18, sólo yo tenía 17. Pensaban en hacerme volver, pero finalmente decidieron dejarme a condición de que no fuese peor que los demás.
"Empezamos a acondicionar el campo de tiro. Puesto que yo venía de una familia humilde, lo podía hacer todo: cortar leña, traer agua; estaba acostumbrada a trabajos como estos. Me dejaron en la escuela, incluso me dieron vacaciones para visitar mi casa. Pero cuando empezamos a practicar el tiro, nada me salía. Entonces, Zhinaida Barantseva, nuestra jefe de sección, me entrenó individualmente.
"Pude terminar la escuela, los que egresaban de la escuela con buenas notas recibían regalos de Estados Unidos. Mi pareja (durante la SGM los francotiradores rusos actuaban en pares, nota de la redacción) fue Marusia Chikvinsteva, de Izhevsk, capital de la autonomía soviética de Udmurtia… Nos enviaron al frente el 1 .o de marzo de 1944… Los cursos duraron poco más de medio año, unos 9 meses.
"… Cuando salimos de los vagones, tardamos en llegar unos tres días…porque el camión que nos llevaba se atascó en la nieve… Allí nos dieron trajes de camuflaje color blanco. También vendamos con gasa blanca los fusiles. Por la madrugada nos dieron algo de comer y prepararon bocadillos: pan y embutidos estadounidenses. ¡Eso era todo el almuerzo! Y fuimos a las trincheras. Todo estaba cubierto de nieve… Éramos 12…
"Estuvo nevando durante varios días seguidos y vimos que los alemanes estaban abiertamente limpiando sus trincheras. Podíamos matar mínimo a diez de ellos. Pero, entiéndeme, ¡matar por primera vez a una persona! Nuestras amigas eran muy distintas, una de ellas, Zhina Gavrilova, peleó antes en una guerrilla; otra, Tania Fiódorova, era la secretaria de nuestra célula de Komsomol. Marusia Chikvintseva y yo sólo estábamos viendo, no pudimos apretar el gatillo, mientras que ellas “abrieron sus cuentas”.
"Cuando volvimos a nuestro cobertizo por la noche y empezamos a intercambiar impresiones, Marusia y yo no podíamos decir nada y toda la noche estuvimos reprochándonos a nosotras mismas: '¡Cobardes! ¿Para qué hemos venido entonces?' Nos daba mucha pena que ellas pudieron abrir sus cuentas y nosotras no. Entonces, al día siguiente… los alemanes tenían allí un parapeto y una mesita para las ametralladoras. Un alemán estaba limpiando este nido de ametralladoras. Disparé y él cayó. Otros alemanes le arrastraron a la trinchera agarrándolo por los pies. Fue mi primer alemán…
"En otro lugar se encontraba un lago. Los alemanes iban allí a lavarse, incluso en ropa interior. Entonces Zhina Gavrolova cazó a uno de ellos. Los alemanes dejaron de lavarse allí… Estábamos de guardia de día, mientras que los soldados lo hacían de noche. Marusia y yo pusimos nuestros fusiles en los trineos y estábamos observando las trincheras alemanas.
"Cuando terminó mi turno (porque los ojos se cansaban), Marusia me dijo: “Ahora déjame a mí”. Se puso en el trineo, pero el día era muy soleado y ella movió la mira óptica. En seguida se oyó un disparo y ella cayó. ¡Cómo me puse a gritar! El alemán estaba a unos 200 metros de nosotros. Pero yo no paraba de gritar, aunque los soldados me decían que estuviera tranquila, que los alemanes abrirían fuego de morteros… Recuerdo la cantidad de flores campestres cuando la estábamos enterrando…
"Estuvimos en la defensa todo el verano; todos los frentes en la ofensiva y nosotros no. Y una vez (no recuerdo la fecha, pero no era agosto sino mas bien junio o julio) nos enviaron a la primera línea. Hubo una preparación de artillería – Katiushas (así apodaban en la URSS a los lanzadores de misiles múltiples, nota de la redacción)… Después, se lanzaron al ataque los soldados. Los exploradores abrieron paso en campos minados, mientras que a nosotras nos tocó retirar a los heridos. Recuerdo que cuando empezamos a llevar a un oficial que tenía un maletín le dijimos que lo dejara. 'No lo dejo, déjenme si no quieren llevarme con el maletín'. Tuvimos que llevarle, qué se le iba a hacer. Después de la guerra me enteré que tenía en ese maletín un pequeño violín…
"Atardecía, pero los alemanes todavía resistían los ataques. Entonces nos dijeron: 'Ahora les toca a ustedes chicas'. Incluso mandaron por allí a todos los conductores. Entramos a las trincheras alemanas, pero ya en la oscuridad no pudimos hacer nada. Nos dijeron que recogiéramos a los heridos y regresáramos a nuestra posiciones. No pudimos recoger a todos, no nos dio tiempo. Después, los alemanes remataron a nuestros heridos, a los que se quedaron en sus posiciones, y ellos gritaban, ¡gritaban muy fuerte ! Los remataron con bayonetas
"Por la mañana nos enviaron refuerzos, eran reclutas de Bielorrusia. Otra preparación de artillería y otra vez se lanzaron al ataque, pero las trincheras alemanas estaban vacías. Al sufrir también muchas bajas, por la noche retrocedieron. Apenas les pudimos alcanzar cerca del río Dniepr.
"…Después llegamos hasta el mar Báltico. En el mar estuvo ardiendo mucho tiempo un barco alemán. La línea del frente pasaba justo al lado del mar… Otra ofensiva nuestra. Los primeros en ir al ataque eran los castigados (militares juzgados que formaban parte de batallones y companías especiales, nota de la redacción). Casi todo el campo estaba “sembrado” con sus cuerpos. Cuando soplaba el viento del mar, apenas podíamos respirar del olor que despedían los cadáveres. Otra ofensiva fue contra la ciudad de Konigsberg. En aquella ofensiva no participamos en el ataque, solo en la defensa pasiva. Un francotirador debe actuar sólo estando las tropas en defensa. Al final de la guerra no nos involucraron en otra cosa…
"Después terminó la guerra y durante varios días seguidos vimos cómo marchaban los prisioneros alemanes, marchaban en filas bien formadas."
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