En Volgogrado (antiguo Stalingrado) vive María Yavorovskaya. Esta mujer sorprendente, a pesar de sus 89 años de edad y baja estatura, está llena de energía y fuerza. Veterana de la Gran Guerra Patria, recuerda acontecimientos legendarios como la batalla de Stalingrado. Además, conoció a los primeros cosmonautas, entre ellos, a Yuri Gagarin.
Yavorovskaya, testigo de la batalla de Stalingrado, recuerda: "Primero me despedí de mis hermanos y mi esposo, Antón, un aviador militar con el que había contraido matrimonio poco antes de la guerra. En el verano de 1941 todos se fueron al frente. Al conversar con los refugiados polacos y ucranianos que me contaron las salvajadas que hacían los nazis, me hervía la sangre en las venas y tomé la decisión de ir al frente yo misma".
María Yavorovskaya era de baja estatura y complexión delgada, por ello en la oficina de reclutamiento militar le dijeron: "Ni siquiera podrás levantar las camillas".
María cuenta: "Llegué al hospital. En el despacho estaba un médico. Me miró y dijo: '¿Qué voy a hacer contigo, tan flaquita?'. En ese momento alguien entró en el despacho y se dirigió a él por su nombre. Le dije: 'Doctor, usted se llama como mi padre que murió hace poco… ¡Usted será aquí como un padre para mí!'. Me besó en una mejilla y dijo: 'Mi niña'. Así me quedé en el hospital. Me bautizaron como 'la pequeña doctora'".
El hospital estaba especializado en el tratamiento de los pacientes con extremidades heridas. Yavorovskaya estudió cuatro meses para poder trabajar como enfermera. La jefa de enfermeras, Raya Frolova, la aceptó en su equipo, que trabajó hasta el mismo día de la Victoria, hasta mayo 1945.
El 18 de agosto en Stalingrado empezaron los ataques del enemigo, unos bombardeos terribles. María Yavorovskaya recuerda el tiempo en el que, bajo los bombardeos, arrastraban a los heridos hacia el río Volga, les ponían en barcazas y los evacuaban a la otra orilla: "Todo el Volga estaba rojo de la sangre".
Cada vez que llevaban a los heridos, todos buscaban a sus parientes entre ellos. Una vez sucedió un milagro: María descubrió entre los heridos a su marido. "Su avión fue derribado. El director del hospital nos llamó por teléfono y pidió que nos dieran una cama separada y colgaran una cortina, pues yo era su esposa legítima", recuerda la veterana.
Quizás la fortuna le regaló aquel encuentro a María, después del cual su marido regresó al frente de nuevo. El 7 de abril de 1944 María dio a luz a su hija, Lilia. Pero aquello sucedió más tarde, cuando a la 'pequeña doctora' le mandaron acompañar a un pelotón con los heridos a Jakasia.
Al acabar la guerra en 1946 Antón encontró a María con su hija y les llevó a Stalingrado. Sin embargo a él le destinaron a la Academia Militar de Grozni. María Yavorovskaya se quedó en un Stalingrado casi completamete derruido.
La gente se alojaba en cuevas que excavaban en los mismos lugares donde antes se habían ubicado sus casas. Así es como María localizó a su hermana: en una cueva en el lugar donde había vivido su gran familia, compuesta por su padre, su madre y once hijos. "¡Lo que pasaron los ciudadanos de Stalingrado fue algo horrible! Sufrieron todos", afirma Yavorovskaya.
Vivió muchos traslados por la URSS con su marido aviador. Sin embargo, finalmente regresaron a su ciudad natal. El esposo trabajó en el famoso colegio de aviadores de Kachinsk, en el que se graduaron muchos aviadores y cosmonautas famosos.
María Yavorovskaya mira las fotografías de su álbum familiar: "este es Valeri Bikovski; este Volodia Shatálov", todas las fotos tienen inscripciones hechas personalmente por los cosmonautas.
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