Durante cuatro meses, el cineasta Uwe Anders vivió entre osos polares,  zorros polares y morsas en la isla rusa de Wrangel. Viviendo en las  tiendas de campaña, cabañas de madera o chozas de acero corrugado donde  trabajan los científicos rusos durante los cortos meses de verano, salía  todos los días a la tundra para encontrarse con los dramas pequeños y  grandes de la fauna ártica.
Fué un testigo muy próximo en una  batalla entre bueyes almizcleros, experimentó la habilidad de los zorros  árticos robando huevos y asistió, impotente, al drama de una lechuza  blanca que no pudo encontrar suficiente comida para sus dos polluelos.  Sin embargo, la llegada de los osos polares fue el punto culminante;  cuando el hielo del mar se vuelve demasiado frágil, estos auténticos  señores del Ártico prefieren tierra firme bajo sus patas.
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