La introducción del euro en Estonia, a partir del 1 de enero de 2011, reanimó estos días una antigua disputa territorial entre Tallin y Moscú que siguen sin ratificar hasta la fecha el acuerdo bilateral de fronteras, escribe hoy la prensa local.
La variante estonia del euro lleva en el reverso el nombre original de este país del Báltico, Eesti, el año de la emisión y un mapa de contorno que, según unos, incluye de manera injustificada una parte de la provincia rusa de Pskov y, según otros, reduce el de por sí modesto territorio de Estonia, de 45.000 kilómetros cuadrados.
“No puedo afirmar que ese contorno se corresponda exactamente con las fronteras actuales”, reconoció el pasado miércoles un portavoz del Banco de Estonia al agregar que se trata de “una visión artística” del diseñador.
El embajador de Estonia en la Federación Rusa, Simmu Tiik, precisó más tarde que el mapa de ahora es correcto aunque un primer boceto, “rápidamente rectificado”, en efecto mostraba la frontera anterior, trazada mediante un tratado de 1920 y revisada a raíz de la Segunda Guerra Mundial.
El diseño de la nueva moneda también pareció sospechoso a los ‘setu’, una minoría étnica del sureste de Estonia que todavía no se resigna con el traspaso de una parte de su territorio, Setumaa, a la provincia rusa de Pskov. “Es un mapa recortado”, afirmó Ahto Roodov, líder de esa comunidad.
La embajada rusa en Tallin señaló hoy que las “fantasías artísticas” resultan impertinentes en una materia tan sensible y calificó el incidente como “nuevo intento de revisar las actual línea fronteriza” a pesar de que ello ya obligó a Moscú a denunciar en 2005 el acuerdo bilateral de fronteras.
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