Aquella determinación fue tomada por sus padres, en un intento por
salvaguardar a sus hijos de los bombardeos masivos, que matizaban entonces los
combates de las tropas franquistas con el ejército republicano, En años
contados, desde España emigraron mas de treinta y cuatro mil niños, de los que a
la URSS llegaron unos tres mil. Entre ellos figuraba Dionisio, a la sazón de
diez años, hijo de una dinastía de mineros asturianos de una aldea montañosa de
las afueras de Oviedo. Hoy día es una figura conocida en Moscú: grabador en
piedras, pintor de iconos, restaurador, traductor y filósofo. En su libro habla
justamente de su vida en Rusia:
–Este libro surgió de muchos apuntes que yo hacía durante toda
la vida de cosas que pasaban, de lo que hablaban mis amigos. No tenía en cuenta
hacer un libro, eran apuntes para mi memoria. Hablando mejor, mis amigos me
dijeron que escribiese este libro, porque a mí me gusta contar mis historias.
Soy un tipo que siempre está contando algo, y alrededor se ajunta la gente y yo
estoy hablando. Y entonces escogí los apuntes y, poco a poco, añadiendo las
cosas, escribí este libro que tiene mucha fama. Puedo decirlo porque los que lo
leen les gusta mucho.
No es difícil adivinar por qué es tan cotizado. Su autor
departe con un lenguaje animado y rico recuerdos sobre el orfanato de las
afueras de Moscú, donde vivían y estudiaban los niños refugiados de España.
Dionisio siguió estudios en una Escuela de Artesanía de Moscú, donde aprendió a
la perfección el trabajo artístico en piedra. Moviéndose en el medio artístico
se hizo de sus mejores amigos, entre los que sobresalen figuras de renombre,
tales como el director Andrei Tarkovski, el escritor y director Vasili Shukshín,
el pintor Ilya Glazunov. Dionisio define a los amigos la riqueza principal de su
vida, razón por la que, cuando tuvo la posibilidad de retornar a la patria
prefirió quedarse en Rusia:
–Hubo tiempo que no nos dejaban ir, porque Francisco Franco y
comunistas eran enemigos mortales. Pero después de la muerte del generalísimo
otro nuevo gobierno español empezó a invitar a venir a los chicos, y entonces se
fueron casi todos. En Rusia han quedado aproximadamente unos trescientos de
nosotros. Gran parte de esos trescientos también fueron a España, pero por
diferentes razones no les gustó la vida de allí y volvieron. Unos estaban
casados con una mujer rusa y tenían ya los hijos, otros estaban muy
acostumbrados a la vida en Rusia. Yo fue uno de los que regresaron aquí porque
estoy muy arraigado hacia Rusia. Los rusos tienen muchas cosas buenas, por
ejemplo, una hermandad especial, que todos son amigos, todos son “suyos”. Yo me
acuerdo un ruso típico: cerca de mi casa hay un almacén con un escaño de al
lado. Un día por la tarde me senté en aquel escaño y al mismo tiempo del almacén
sale un ruso que, antes de sentarse, me dio la mano como un amigo. El cielo
estaba tachonado de estrellas y entonces le dije: «Mira, ¡qué hermoso! Qué te
parece, ¿qué es esto?». Y él dijo en ruso, mirando allí: «No es asunto
nuestro».
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Libro de Dionisio García |
A propósito, la esposa del “español soviético”, como a
menudo definían a estos niños en Rusia, es rusa, con la que tuvo dos hijos que
son su orgullo. Antón, es un conocido compositor de la TV en círculos
profesionales, y su hija Anna es pintora gráfica. En el hogar sobresale el
retrato del progenitor creado cariñosamente por la hija.
Volviendo a su libro nos habla del descubrimiento principal que
hizo mientras lo escribía:
–Cuando escribía mi libro, tenía muchas cosas que recordar:
personas, acontecimientos, lugares… Por eso digo que fue como si viviese la
segunda vida.
El episodio mas memorable de su vida fue el reencuentro
con la autora de sus días tras una pausa de sesenta años. Dioniso recordará sus
primeras palabras toda la vida: “Ah, Dionisio, hace tanto tiempo que quería
verte”.
Ahora es casi imposible encontrar esta obra en las librerías, pues
fue agotado en semanas contadas. De ahí que su autor, Dionisio García Sapiko,
planea reeditar los “Recuerdos, la vida de un español”, en una tirada de mil
ejemplares, que sin duda tendrán la misma suerte que su primera edición.
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Angel Gutierrez, niño de la guerra nacido en Asturias, director del Teatro Chéjov de Madrid |
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Niños jugando en la URSS
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